sábado, 20 de diciembre de 2014

De manifiestos va la cosa

De manifiestos va la cosa. De sentar cátedras sobre verdades absolutas y certezas inamovibles.
Pues mire, yo también tengo el mío. 
Yo no sé si soy de izquierdas o soy de derechas, o de centro, o de lado. Yo sé que soy zurdo y la genética eligió por mí.
Yo no entiendo de vericuetos legales, y de letra pequeña y cláusulas para miopes que nadie lee en los decretos. 
Pero sé leer, y leo. 
Sé pensar y pienso. 
Sé opinar y opino. 
Mi opinión se sustenta en mi reflexión, y mi reflexión me dice con lo que estoy de acuerdo y con lo que no. A veces les gusta a unos y a veces les gusta a otros. La mayor parte de las veces, deja indiferente a todos. Y, sinceramente, no me importa, Porque yo no opino para ustedes. Opino para mí, verbalizo mi pensamiento para darle coherencia.
Tengo ojos para ver. Los abro y veo. Sé distinguir lo que es verdad de lo que es mentira, y no creo en las medias tintas. La media tinta siempre me parece embuste.
No me gusta quien manda si quien manda corrompe.
No me gusta la autoridad si la autoridad me impone.
No me gusta quien confunde la libertad con la falta de respeto.
Yo no soy un demagogo, ni le hago caso a quien ha demostrado que no puedo fiarme.
Soy soñador sin utopía, pragmático y del 68: soy capaz de concebir lo imposible.
A veces me equivoco y a veces acierto. A veces soy despreciable y a veces estupendo.
No soy ni santo ni demonio. Soy ciudadano y el mundo no me da miedo. Me dan miedo los estúpidos, los creídos, los psicópatas, los vanidosos, los timoratos. 
No soy rencoroso pero tengo buena memoria y no olvido.
Creo en el individuo, creo en la persona, y desprecio profundamente cualquier sigla, cualquier bandera, cualquier eslogan que me diga cómo debo vivir mi vida.
No soy nacionalista, independentista, regionalista, localista. Voy por la calle y me reconozco en los otros, en cualquier parte del mundo. Me parece que muchos se inventan excusas para tener una vida.
Me duelen las personas colgadas en las vallas, los muertos en los mares, en los desiertos.
Me ofenden quienes invocan a dioses para matar.
Me dan asco los paniaguados.
Me gusta preguntar porque espero respuestas. No para demostrar lo listo que soy.
Creo que cuando alguien habla es porque tiene que decir algo. Y si no se calla.
Soy disidente de cualquier certeza.
Yo, hoy, les manifiesto que soy mayor de edad y que, aunque pueda parecerles tonto, sordo y ciego, ni lo soy, ni lo finjo, ni lo pretendo.
No desprecio a la Política, desprecio a los políticos que hacen de esto un juego sucio de Poder.
Soy demócrata, porque creo en el diálogo, en el ceder y en el bien común de todas las personas. Y porque la democracia no es solo un Congreso o un Senado. La Democracia está en los actos del libertad en la calle, en las escuelas, en las comisarías y en los hospitales.
Me asquea la manipulación y el buenísimo tanto como la desmemoria, el griterío y la desfachatez.
Los listos que quieren convencer con juegos de manos me provocan escalofríos.
Solo quiero ser yo y hacer mi camino con los otros.
Quiero que la Cultura sea la expresión de libertad del ser humano, que el arte sea la exploración individual del Universo, que no exista premisas, ni cálculos económicos, sino posibilidad de ir tan lejos como el intelecto y el espíritu permitan
Quiero que la ciencia cure nuestros males y sacie nuestra curiosidad.
Quiero que la seguridad sea un libre ejercicio de libertades.
Quiero que los corrompidos y los corruptores se pudran en la cárcel.
Quiero que los profesores sean el paradigma de la sociedad, que los ancianos no deban mantener a los jóvenes, que los jóvenes no se abandonen al desánimo.
Quiero que un médico pueda entregarse a su juramento sin miedo a que le despidan.
Quiero que el obrero cobre un sueldo digno, que el campesino no sea explotado, que el autónomo no cierre, que el empresario no se niegue, que el rico no se asuste.
Quiero que se destierre la economía especulativa, que desaparezcan los jugadores de Casino con nuestras vidas.
Me importa una mierda el FMI y todas sus siglas. Quiero una Europa de los ciudadanos.
Sí, creo en un mundo mejor ¿qué pasa?
¿No le gusta? ¿le hago sonreír? Pues váyase usted a su casa y déjeme cambiar el mundo, coño.  

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